martes, 17 de marzo de 2015

Aguantar o soportar, en el amor

Siento interés por las parejas que han conseguido mantenerse unidas, amándose a través de décadas; por las parejas de personas mayores que consiguen llegar a la vejez, no simplemente coexistiendo en una casa, sino realmente siendo una pareja sentimental.

Cuando se piensa en las características de esas personas o de su relación, se considera lo positivo: que se demuestran el afecto, que se cuidan, que consideran las necesidades de la otra persona, etc. También se pueden abstraer ciertos "principios estratégicos": no dejar que los hijos se interpongan en la relación, resolver los conflictos antes de que crezcan... Pero hay algo que creo que a nadie le gusta notar y que es de lo más importante; algo que sería políticamente incorrecto sugerir a las parejas actuales: estas personas, en un momento u otro de la relación, han "aguantado" o "soportado" una mala actitud o un mal comportamiento de la otra persona. Más allá de tolerar algún hábito molesto, ha sido necesario que durante algún tiempo, permanecieran en la relación cuando estaban siendo tratados de una manera injusta, oprobiosa o indebida. Y si a nadie cuerdo le ha gustado nunca "aguantar" o "soportar"; menos, en estos tiempos. 

Por supuesto: el amor no se trata de el aguante: el amor da buen fruto y crece entre el respeto y la amabilidad. Pero por una u otra razón, el amor entre dos seres imperfectos tiene malas rachas, en las que se ensombrece dejando partes de la relación vulnerables y expuestas a una gama de cosas penosas. Actualmente, creo, cuando "lo penoso" ocurre, se deja morir lo que quede de amor y cada cual se pone a salvo.

He oído a algunas mujeres mayores, decir que si hubieran tenido la facilidad para salir adelante económica o socialmente después de un divorcio, se habrían divorciado cuando el esposo hizo esto o aquello. Así que algunas mujeres del siglo pasado, tal vez muchas -hablo con más mujeres que hombres-, se quedaron en una relación, a pesar de infidelidades, abandono emocional, groserías, etc., porque sintieron que no tenían opción. Pero otras se quedaron porque querían conservar el matrimonio: por amor, del modo en que entendieran el amor, y finalmente, la esperanza de que las cosas "se arreglaran" se convirtió en realidad. Quince años o treinta años después de la crisis, haber "aguantado" o "soportado" un tiempo, no parece haber sido mala idea. Esto es delicado porque puede confundirse con la pasividad de quien está en posición de víctima. Aceptar un trato indigno es un lento suicidio emocional; esperar que el violento cambie sin hacer nada al respecto es peligroso e inefectivo. No se trata de eso. Tal vez se trata de ser sagaz en medio de la defensa de lo que es propio...

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Se trata también de comprender que todos tenemos malas rachas y podemos estar dañando a la pareja sin saberlo. Y a veces el problema no es de la relación sino de factores externos que con el tiempo desaparecen. Un beso.

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