martes, 11 de noviembre de 2014

La dificultad de la mañana

Siento la mañana menos fría que otras; para mi sorpresa, la ventana de la cocina dice que está lloviendo. Las ventanas de mi casa tienen experiencias diferentes; las del frente no se enteran de que cae agua; la de la recámara, tampoco.

Me muevo despacio y como algo. Mi cabeza sigue algo cansada, pero los ojos están completamente despiertos, aunque los párpados quieran sugerir que tal vez, podríamos ir a la cama otro rato. Con ese "rato" hay que tener cuidado...

Entro al mundo en la computadora, mientras imagino que levantaré ese papel y ese bolígrafo del piso; almuerzo: regreso a bañarme: el banco: ese pendiente que importa... traer comida: recoger aquí: lavar... al menos los calcetines (que pudiera comprarse la energía)...

Mi bata es la prenda más cariñosa del mundo, para mañanas frías, cabezas pesadas, mujeres flojas. No es para dormir, así que no volveré a la cama -cuidado con el "rato más"-. Lavar la cara: vestir: almorzar. Sonreír. Música.

Eso: algo de música.

Silvia Parque

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