martes, 15 de julio de 2014

Ajustando a Silvia

Cuando una trabaja por su cuenta, se hace fundamental hacerse caso a una misma. Una resuelve qué conviene, y hay que ajustarse a eso, a pesar de las tendencias habituales o los gustitos. Así que ahora me ajusto a un horario. Y no es natural, pero como una buena faja en el momento oportuno, el horario tiene la estructura para sostener; sostiene un día productivo. Y como pasa con el cuerpo llenito de pizza, que quiere desparramarse en ropa deportiva que no le ajuste, al alma malacostumbrada no le gusta que le hagan hacerse cargo de la voluntad. Pero bueno, se le habla bonito, se le dice: "mira, te va a gustar". En mi caso, no hay problema con las cosas por hacer, porque amo todas las que aparecen en mi horario. El problemilla es moderar lo que, acomodando prioridades, ha tenido que replegarse. De hecho, se limita a una cosa: tontear en las redes sociales.

Yo desarrollo mi actividad en la computadora, y utilizo las redes sociales de internet; a través de ellas, comparto y me comunico. Hasta ahí, todo va bien, incluso con lo que no es cuestión de "negocio" ni de capacitación. Digamos, por ilustrar, que considero bueno mantenerme al tanto de cómo están mis sobrinas, y saber si tembló en la ciudad de México. Eso no me quita tiempo. Es tiempo que decido emplear de esa manera. Un par de minutos que hacen de premio cuando termino un documento, o en lo que doy el primer trago a un café caliente. Mientras trabajé fuera de la casa, cubriendo las formas que hay que guardar "en el trabajo", hasta ahí quedaba la cosa: un vistazo a lo que mi hermana hizo ayer, un click para leer completa esa frase de Fulano de Tal. Sal y pimienta -o azuquítar-. Pero estando en casa, empecé a darme el lujo, no solamente de ver mi timeline, sino de ir a ver las imágenes, casi nunca edificantes, en los tweets de los hashtags que eran tendencia. ¡Y peor con lo que sí puede ser edificante! La red -qué bueno- tiene muchos videos y textos con mensajes, desde "interesantes" hasta "maravillosos". Durante un rato, dejé que la desidia los usara para detenerme...

Así que Silvia no tiene permiso de "entretenerse" (qué palabra más clara: "tenerse"-"entre") con nada que ponga en segundo plano lo que es prioridad. Tiene suficiente recreo; no necesita robarle tiempo a los proyectos que tienen años esperando. ¡Ni siquiera para "motivarse"! Un video más sobre atreverse a hacer las cosas, a la hora que es hora de estarlas haciendo, va a ser grosería. Y trayendo a la mente el concepto de "grosería", pienso: esas mismas "formas" que hacían falta en la oficina, cuando trabajaba para una entidad ajena, ¿cómo por qué no hacen falta en su estudio? ¿No es ahora su oficina? ¿Es menos digna que la oficina donde sí se controlaba? Si eso estaba creyendo, cambio de posición. Además, El Jefe está mirando.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Jajaja, menudas regañinas le echas a Silvia, pero me parece que sí, a veces necesita a alguien que la cuadre y la ponga firme, si no, se me dispersa.

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