sábado, 31 de mayo de 2014

El que tenga tienda...

Tengo un problema con las lavanderías que me rodean. En la más cercana, quieren que junte varias blusas del mismo color, para que les convenga darme el servicio -solicitud realizada a la manera típica del microempresario queretano: aleccionadora-. Descartada esa opción, pasé a una lavandería todavía muy cercana, que más de una vez no ha tenido la ropa lista en la fecha acordada, y que no sé cuándo abre y cuándo cierra, porque no es en el horario marcado -ahora mismo, tienen un cojín que no he podido recoger hace más de una semana, porque siempre encuentro el local cerrado-. Probé con otro lugar, y tampoco respeta su horario: se han quedado con un montón de ropa que espero ya esté limpia, pero que no puedo usar, ¡y la necesito!

Hoy hablé con un señor que me contó su historia en unos minutos. Sacó adelante a una familia de cinco hijos, con su tienda de abarrotes. Durante no sé cuántos años, abrió todos los días del año, incluyendo domingos y días festivos, en un horario extendido. Aunque había otra tiendas en el área, a la suya le fue mejor. Yo habría preferido que mi tienda fuera poquito menos exitosa, y descansar más; pero cada cual conoce sus necesidades y debe hacerse responsable de hacer lo posible por satisfacerlas. El caso es que, no creo que a los lavanderos de mi alrededor les vaya lo bien que querrían, trabajando como si fueran estudiantes que se "vuelan" las clases. El que tiene tienda, que la atienda.

Silvia Parque

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