lunes, 12 de mayo de 2014

Como dejan ir los niños

Mucho se ha señalado que los niños pueden pasar de una emoción a otra, y de un sentimiento a otro, rápidamente, no sin sentido sino en una adaptación rápida a la realidad nueva, respondiendo al estímulo de su momento presente, y no al que ya no está. Con los bebés es increíble: de un segundo a otro cambian por completo la expresión del rostro, que es una expresión intensamente plena: les incomoda y sufren de un modo que es angustiante observar -de un modo que está hecho para que el adulto responda-; termina la incomodidad y disfrutan -de un modo que es el mejor reforzador para que el adulto vuelva a responder a la expresión de sufrimiento-.

La persona adulta no puede reaccionar como el bebé, pero creo que estando verdaderamente en paz y entrenándose a sí misma, sí podría volver a la flexibilidad del niño para dejar atrás el enojo o la tristeza, cuando ha terminado una mala situación. Creo que nos comprometemos con nuestros sentimientos, como si por haberlos dejado aparecer, tuviéramos que quedarnos con ellos.

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Creo que gran parte tiene que ver con haber aprendido el concepto de la manipulación emocional del otro. Darse a respetar, demostrar, probar, hacerle sufrir. El niño se ocupa de su propio sentir; el adulto extiende esa ocupación al otro.

    Abrazos.

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    1. No lo había pensado hasta ese punto. Creo que tienes completa razón; una razón bien redonda.
      ¡Abrazos, Taty!

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  2. Entiendo lo que quieres decir, pero como los adultos ya no tenemos esa flexibilidad, estar en esa constante montaña rusa nos volvería locos, uno de los signos de la "adultez" es la constancia en los sentimientos, tanto los buenos como los malos, y creo que es necesario para conseguir cierta estabilidad.
    Besitos

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    1. Sí, tienes razón, es que el tema hay que desarrollarlo... por ejemplo: el niño pequeño verdaderamente te dice: "te amo" y al rato "te odio", con todo el corazón, y vuelta al "te amo" cuando se le pase; así evidentemente no se pueden sostener relaciones adultas. La clave creo que está en el "umbral del estímulo". El bebé reacciona a todo. La personita recién nacida responde a un pequeño cambio de temperatura. Al niño también le afecta lo que sea: que le quiten un juguete puede ser una tragedia, así como es el más feliz del mundo porque el recreo se extendió. Si el adulto restringe su umbral, no está en un sube y baja de emociones porque no responde a todo; así protegería su estabilidad, y podría tomar conciencia del presente y responder a los estímulos del presente, cuando se trata de pasar de sentirse mal a sentirse bien. ¡Por conveniencia! Extender el enojo suene tener que ver con mostrar dignidad, con castigar al otro, con no quedar como una tonta con una misma... nada de eso creo que valga el pasarla mal. Extender la tristeza muchas veces es cuestión de culpa, de "deber moral"...
      Besitos, Inma :)

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  3. Los niños son más sencillos que nosotros. Un beso.

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    1. Y a veces somos "muy-de-más" complicados :/
      Un beso, Susana :)

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