lunes, 7 de abril de 2014

Un puente peatonal en Bernardo Quintana

Subí al mayor puente de mi vida. Lo logré al tercer intento, detrás de alguien que iba como si nada. Controlé el miedo caliente en el estómago, agarrada del barandal y orando como si atravesara el foso de los leones. Cuando bajé -habiendo atravesado la avenida- me vi la mano negra de tan sucia, pero me sentí orgullosa de mí.

Así se atraviesan otros puentes, del ser como siempre al estar diferente.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Mira, qué valiente!!

    Yo le tengo mucha, mucha, mucha fobia a los puentes.

    Los físicos y los otros.

    Me quito el sombrero y te aplaudo de pie :)

    Abrazos.

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  2. :D ¡¡Gracias!! :D :D ;D Mi miedo es a los metálicos y parece que ahora ya no construyen más que de esos :/ en este caso, si mal no recuerdo, atraviesa unos doce carriles -de la avenida-, así que realmente la pensé mucho... pero quería ir al otro lado y no había otra opción viable; la opción era no ir. Creo que a esa situación tenemos que llegar en otros ámbitos, para atrevernos, ¿no?
    ¡Abrazos, Taty!

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