Afortunadamente, todo lo que recibí me parece realmente bonito y cómodo. De hecho, me siento mejor vestida que casi siempre que iba a la universidad con "mi ropa". Sin embargo, me disgusta ver en el camino de regreso a mi casa, a mujeres que trabajan en otros lugares, con uniformes que recuerdan el que llevo puesto -no las veo de camino a la universidad... tal vez porque voy dormida la mayor parte del trayecto-.
Así que me resisto. No aprendo cuál cambio corresponde a cada día de la semana. Lo consulto todas las mañanas y así, consultándolo, he llegado con la blusa que no es. Lo tengo en mente ahora mismo, porque ya cerca de la medianoche, apenas voy a lavar la que toca para dentro de unas horas.
Silvia Parque
Piensa que así no tienes que pensar qué ropa ponerte. Un beso.
ResponderEliminarEso me dicen; pero a mí no me complicaba pensar en qué ponerme.
EliminarUn beso, Susana.
Nunca me han gustados los uniformes tampoco. Entiendo que en algunos casos son necesarios para identificarte por ejemplo si estás de cara al público, pero no suelen favorecer nada, los hacen tan neutros para que le caigan bien a cualquiera que lo que consiguen es que no le quede bien a nadie. Siempre he odiado además la sensación de ser una más, de no poder distinguirme de alguna manera, las pocas veces que he tenido que llevar uniforme siempre terminaba personalizándolos.
ResponderEliminarBesos
Nuestros uniformes me parecen muy bonitos, no son favorecedores para "la figura", pero no quedan mal. Es más bien la cosa de la "homologación" lo que no me gusta, y la cosa de hacer lo que me dicen con algo tan en relación con mi cuerpo.
Eliminar¡Besos, Inma!