Empiezo a trabajar, y como siempre que empiezo a trabajar, vienen las ideas y me doy gusto. Esta vez, dándome gusto caí en la cuenta de que usualmente vivo con un miedo incapacitante a "empezar", que luego se asocia con la flojera o la desidia, para extraviarme en horas o años de "después". Es un miedo-trampa, de los malos porque persiste a pesar de cualquier lógica que pudiera desbancarlo. Así, hago las cosas en el último momento, de la manera más estresante posible y limitando la extensión de lo que hubiera podido ser. Así, también, sobrevivo con el miedo, para no tener necesidad de eliminarlo.
Pero las expectativas me han cambiado.
Silvia Parque
El miedo a empezar es natural. Un beso.
ResponderEliminarEl normal sí; pero hay uno permanente, incapacitante, que no lo es.
EliminarUn beso, Susana.
Entiendo bien a qué te refieres, aunque hace años (bueno, igual es desde siempre) decidí que prefiero ponerme manos a la obra, porque al final es más fácil que estar aplazándolo. Como dice el refrán: es peor pensarlo que pasarlo.
ResponderEliminarEsto solo lo tengo así de controlado en tareas tipo laborales y/o académicas. Para las tareas domésticas, me pasa exactamente lo que describes.
Un beso
Pareciera que siempre es peor aplazar. El refrán me parece atinadísimo. Lo que más me puede es que pase con lo que más me gusta hacer. Pero ahí voy saliendo :)
EliminarUn beso, Matt.