Pero la vida no es echarse a recibir las cosas que queremos, como si fueran a darse -y a dársenos- por generación espontánea. Hay que hacer las cosas; a veces hay que esforzarse y a veces el esfuerzo es duro: hay esfuerzo que duele.
Imagino a un deportista: si está en el deporte que de verdad "es lo suyo", no va a sufrir cada vez que despierte temprano para ir a entrenar; pero eso no significa que desconozca la tentación de quedarse un ratito más en la cama, o que no le cueste el llevar al cuerpo a un mejor desempeño.
Muchas cosas que valen la pena, no son fáciles del tipo de estirar la mano y tenerla hecha; pero creo que si las queremos verdaderamente, podemos facilitarnos el tránsito a conseguirlas. Creo que si recordamos por qué queremos eso, podemos encontrar nuestro propio camino a obtenerlo, y ese camino propio, a nuestra medida, será cómodo, o al menos, menos incómodo que otros caminos. Ya adentrados, seguro hay un punto en que seguir avanzando empieza a ponerse fácil. Construimos la facilidad.
Silvia Parque
Qué buena reflexión. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Susana. Un beso.
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