domingo, 5 de enero de 2014

No corro, no grito, no empujo

Llamada pre-extorsión: mujer joven pidiendo auxilio con gritos llorosos. Pregunto "¿quién eres?" dos veces, a lo que afortunadamente responde con frases que no tienen sentido dirigidas a mí. Hago la llamada de denuncia.

Laptop apagada de improviso. ¡! un sonido eléctrico como si se hubiera calentado. Apagado total. Espero, por si efectivamente es nada más que se calentó. Ilumino mariposas que irán a vivir a mi pared. Al tercer intento, la lap enciende.

Casi me siento orgullosa del dominio de mí misma. Sin embargo, la sensación en el estómago tras la llamada tardó en irse, incluso cuando tenía la seguridad de que todos en mi familia estaban bien; el apagado intempestivo de la computadora me dejó un dolor de cabeza.

Aprender a dejar ir es la tarea del año.

Silvia Parque

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