martes, 14 de enero de 2014

Administración del tiempo: cosas grandes y pequeñas

Una de mis "áreas de oportunidad", como la llamarían en la universidad para la que presto servicios, es la administración del tiempo. Suelo posponer las cosas (procrastinar), las grandes y las pequeñas.

Eso de posponer las cosas grandes es el lobo malo que quería comerse mi tesis. Estas cosas -las grandes- dan miedo por razones poderosas y dan mucha oportunidad de hacer-como-que-se-hace; por ejemplo, una puede decirse a una misma que de verdad es imprescindible hacer fichas de trabajo a la antigüita, en tarjetas, que lo mejor es ahorrar y en vez de comprar las tarjetas, marcar y cortar una cartulina que anda por ahí, que haciendo márgenes de colores se organizan las ideas. Hice un montón de cosas por el estilo -la palabra "montón" queda muy bien: hacen montón y apachurran el proyecto-. Ante los demás, parece que de verdad te estás ocupando; si llegas a creer que de verdad te estás ocupando, el problema es grave.

Luego, están las cosas pequeñas, lo que no cuesta hacer, lo que no da miedo ni nada, pero se pospone porque faltan ganas en ese momento -y muchas veces, en cualquier momento-. Son cosas como guardar un papel en su lugar o pedir una factura por internet. En mi caso, estas cosas pequeñas son la mayor fuente de caos. Lo descubrí porque por necesidad, empecé a dejar de posponer las cosas ordinarias del trabajo y eso ha favorecido notablemente mi experiencia laboral. Las cosas grandes que quedan pendientes pueden interferir con el proyecto de vida, pero a mí no me generan el estrés de las cosas pequeñas pendientes, porque respecto a aquellas soy indulgente.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Yo también voy dejando cosas para luego y entonces lo pequeño se acaba convirtiendo en grande. Un beso.

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    1. Ese es el terrible destino de muchas de las pequeñas cosas postergadas: volverse grandes... incluso GRANDES :)
      ¡Un beso!

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  2. Supongo que nos ocurre a todos, lo de ir posponiendo pequeñas tareas para más tarde, luego para el día siguiente, luego para el otro...Lo malo es que genere estres, a mí me genera tanto que lo evito lo más posible, no me compensa tener la cabeza llena de pequeñas tareas que necesito realizar para estar tranquila, pero creo que lo mío raya casi, casi con lo patológico, y lo peor es que pretendo que los que hay a mi alrededor adopten mi método porque si no, son también mis tareas pendientes, recordarles lo que tienen que hacer. En fin...mi agenda es un cúmulo de esas pequeñas tareas que además para animarme voy tachando tal y como voy realizando, y no estoy tranquila hasta que todo queda tachado.
    Con las grandes lo llevo mucho peor, ya te lo he comentado en alguna ocasión, más de una vez no empiezo empresas grandes porque me estreso y me agobio sólo de mirar el horizonte lejano. Una buena idea es esa, convertir una grande en muchas pequeñas, no mirar hacia el resultado final, sino hacia las pequeñas metas diarias.
    Besitos

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    1. Yo imagino que debe haber personas que no se estresan cuando postergan, ni cuando postergan y olvidan... pero sí, creo que a la mayoría nos genera estrés. Voy a probar eso de desglosar los proyectos grandes, y ya contaré que tal me fue. A lo mejor te animas a retomar algún proyecto pensado y dejado de lado :)
      ¡Besitos, Inma!

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