Crecí sin postre. En mi casa, los pasteles y las golosinas, eran tentempié o merienda, pero casi nunca había un último plato de "postre" a la hora de la comida o de la cena. No me hizo falta, como no se reconoce la ausencia de lo que no se conoce. Ahora, el postre es un final sonriente, que importa.
Silvia Parque
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