Ahora se comportan como moscas, y toca comprenderlas. Cada mañana, aparecen dos, tres o cuatro en el Departamento, mueren por el efecto del insecticida disfrazado de aromatizante, y son sustituidas por algún pequeño grupo de refuerzos.
Hoy, veo a una mosca tocar con sus patitas una migaja -por acá les dicen "boronas"- de galleta integral. Voy a espantarla, pero me detengo. Si le pongo comida en la mesa, es como haberla invitado. Al final del día, otra mosca -supongo que es otra- husmea acercándose al fondo de mi vaso de agua de horchata. El sedimento que queda en el fondo debe serle irresistiblemente apetecible. La dejo en paz.
Silvia Parque
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