Las interrupciones son imprescindibles. Los ojos se cansan. La cabeza se cansa. El ánimo se cansa. Hay que ver para otro lado, hay que alegrar el rato; hay que hacer ruido si hay silencio o viceversa. Hay que salir a sentir el aire aunque no haya necesidad de salir para otra cosa. Entonces la tarea larga y monótona vuelve a tener su chiste y vuelve a ser agradable.
A menudo trato de evitar las interrupciones por una cuestión culposa: si empecé tarde o me entretuve más de la cuenta, por ejemplo, en la comida, me propongo compensar el tiempo esclavizándome. Pero no es funcional. Y toca recordarme que me toca estar de mi parte.
No es funcional. Yo procuro tener dos o tres faenas en marcha al mismo tiempo, diferentes entre sí, que me permitan ir cambiando de una a otro e ir desconectando.
ResponderEliminarBesos
Eso, no es funcional. Tener dos o tres tareas en proceso es buena idea, yo prefiero si no tienen relación la una con la otra, para que si haya "desconecte".
Eliminar¡Besos, Inmagina!
Yo también intento ir variando para que no me harte de la tarea. Un beso.
ResponderEliminarDicen que "en la variedad está el gusto" :)
EliminarUn beso, Susana