martes, 19 de febrero de 2013

El antojo como necesidad

Con hambre no se puede trabajar; tal vez es posible algún tipo de trabajo mecánico, pero no se puede pensar. Peor es el hambre específica. Cuando el cuerpo necesita algo dulce o amargo o agridulce o con determinada textura o cualquier otra especificación, al menos en el caso de mi cuerpo, no se satisface más que dándole lo que anda pidiendo. No admite sabores similares ni equivalencias en componentes nutritivos.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Curiosamente el otro día en la tele escuché la entrevista a un escritor, y joder, que si me mataran ahora no recuerdo quien era, y decía que él se ponía a escribir por las mañanas recién levantado sin desayunar, y no era hasta después de varias horas escribiendo, que tomaba su café, comentaba que el hambre acuciaba su digamos inspiración.
    Me pareció muy curioso y al mismo tiempo incomprensible, yo sin mi café recién levantada no sería capaz ni de hablar, y estuve dándole vueltas a lo diferentes que somos unos de otros, y nuestras diferentes necesidades y motivaciones.
    Besos

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    1. De todo hay en la viña del Señor :) yo soy de "épocas": de café (caliente), de frappé, de té... y siento que NECESITO eso para trabajar. Pero llevándolo "más profundo", es bien interesante, como tú hiciste, darle vueltas a nuestras diferentes motivaciones: a las propias y a las de quienes están alrededor.
      Besos, Inmagina :)

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