En mi familia de origen no había cultura de pantuflas; los niños andábamos en calcetines cuando nos quitábamos los zapatos. Recuerdo la sorpresa de descubrir que la palabra no es "pantu-n-fla". Y cuando empezaron a aparecer en el mercado esas enormes pantuflas con formas simpáticas... todavía me producen una especie de envida; digo "una especie" porque no las querría para mí, y sin embargo, suelo verlas con deseo.
Silvia Parque
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