lunes, 2 de julio de 2012

Agua para beber

Vi una película cristiana en la que Jesús se aparece en un restaurante del camino, en el que nada más se ofrece agua para beber: un agua deliciosa.

A mí nada más el agua me quita la sed. Amo el café. A veces el té negro se convierte en una verdadera necesidad para trabajar. El té de hierbas hace maravillas por mi sistema nervioso. Pero nada se compara con el agua -sin mencionar la obviedad de que las otras bebidas se preparan con ella-.

Está el agua fresca sabor a tierra de las garrafas de barro -que si no están bien curadas pueden ser cancerígenas-. Está la buena agua Ciel de todos los días, y el agua Evian que una vez probé y me dejó con ganas de volverla a tener. También está el agua hervida, que sabe un poco a culpa.

Silvia Parque

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